Más que proporcionar una buena noche de sueño, la almohada con altura y soportes apropiados a su biótipo y postura al dormir, es responsable de la salud del cuerpo, pues proporciona apoyo para la cabeza, alineando la columna cervical con el tronco, relajando los músculos, mejorando la circulación sanguínea y facilitando los estímulos eléctricos enviados por el cerebro a los demás órganos.

Pasamos aproximadamente un tercio de nuestras vidas durmiendo. Una noche de sueño con calidad es esencial para estar bien dispuesto al día siguiente, mantenerse sano y hasta garantizar la longevidad.

Dormir no es sólo una necesidad de descanso. El sueño desempeña una función imprescindible para el mantenimiento de la salud del cuerpo y de la mente. Es importante para el desarrollo normal del cerebro y para los procesos de memoria y aprendizaje. Además, es durante el sueño que ocurren la regeneración celular y la producción de algunas hormonas fundamentales para el funcionamiento de nuestro organismo.

El que duerme menos de lo necesario tiene menor vigor físico, envejece más precozmente, además de estar más propenso a largo plazo a algunas enfermedades, como por ejemplo, diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares y gastrointestinales y pérdida crónica de la memoria.

Las personas que duermen con una almohada equivocada acaban comprometiendo la calidad del sueño y, consecuentemente, pueden presentar signos de cansancio, agitación, alteración en el humor, entre otros, al día siguiente.