Pocas personas saben, pero las almohadas tienen plazo de validez así como los demás artículos de la habitación. Esto es porque las almohadas son uno de los escondites predilectos de microorganismos que se alimentan de las secreciones naturales que eliminamos durante el sueño (sudor, saliva, cerumen, lágrimas, además de piel muerta). Se añade a todo esto las secreciones artificiales, como los cosméticos, perfumes, tintes y maquillaje, para evaluar la contaminación masiva diaria a la que se someten las almohadas.
Camas, colchones y almohadas mantienen microclimas cuyo grado de calor y humedad son favorables al surgimiento de ácaros. Juntamente con hongos y bacterias, pueden causar conjuntivitis, eczema, sensación de pecho cerrado por la noche, estornudos, picazón en las manos o cara, secreción o bloqueo e incluso asma, principalmente en personas alérgicas.
Para tener una idea, con seis meses de uso, una almohada ya contiene cerca de 300 mil ácaros, y después de dos años, hasta el 25% de su peso está formado por ácaros y sus residuos. Incluso una almohada con tratamiento antiácaro, después de cierto tiempo, tendrá sobre sus fibras internas una gran acumulación de los desechos arriba citados, lo que disminuye la eficiencia antimicrobiana.
Por ello, los expertos recomiendan el cambio cada dos años. Este período, sin embargo, puede incluso parecer largo y posible de olvido. Por eso, pensando en la salud y el bienestar del consumidor, Duoflex innova en el servicio de atención y ofrece una aplicación para recordarle el momento exacto del intercambio!