En primer lugar, observe en las instrucciones si la almohada puede lavarse y sólo la lave sI puede garantizar su SECADO COMPLETO, ya que, por definición, están hechos de materiales porosos, fibrosos, que absorben agua y humedad como verdaderas esponjas. Después de lavados conservarán gran cantidad de humedad en su interior incluso cuando aparentemente ya están secos (superficialmente).
Una prueba fácil para comprobar la eficiencia del secado es pesar la almohada antes y después de lavar. La gente quedará sorprendida con la diferencia de peso, que indica la gran cantidad de agua retenida en la almohada. Es importante señalar que, una almohada, antes de lavar, es como una ciudad, conteniendo diversos microorganismos diferentes, cuyas cantidades están en equilibrio biológico. El lavado elimina una parte de los microorganismos, rompiendo el equilibrio, lo que hace que los sobrevivientes se multipliquen violentamente, más aún si el secado ha sido incompleto.
Las máquinas de uso doméstico pueden no ofrecer el rendimiento necesario para el completo secado de la almohada.
Por lo tanto, con excepción de nuestra almohada LAVABLE, que debido a su estructura aerada puede ser lavado y secado en casa, es aconsejable siempre llevar la almohada en un lavadero especializado y exigir que sigan estrictamente las instrucciones de lavado.
Es usual cometer el error de exponer las almohadas al sol. El sol es un excelente agente de sanitización superficial, pues los rayos ultravioletas eliminan los microorganismos de la superficie expuesta. Por eso, todos tenemos la costumbre de exponer ropa, sábanas y tejidos al sol, eliminando moho y olores desagradables. Sin embargo, en el caso de las almohadas, la vivienda de los ácaros y microorganismos no es la superficie, sino su interior. Si la almohada se expone al sol, se produce un calentamiento en su interior, un ambiente repleto de humedad, residuos de piel, grasa y secreciones de la cabeza. La elevación de temperatura causa un aumento acentuado de la proliferación de ácaros, hongos y bacterias, además de acelerar la pulverización de las heces y cadáveres de ácaros, elementos altamente alergénicos. Además, la radiación ultravioleta oxida la superficie del material de la almohada, dejándola amarillenta.
El ideal mullir y ventilar la almohada protegida por una funda de almohada, siempre bajo luz indirecta. Esta medida aumentará la salud y la durabilidad de la almohada.
Los médicos y los fisioterapeutas recomiendan su cambio cada dos años. Esto es porque las almohadas son unos de los escondites predilectos de microorganismos, que se alimentan de las secreciones que eliminamos durante el sueño. Para tener una idea, con seis meses de uso una almohada ya contiene cerca de 300 mil ácaros, y, después de dos años, hasta el 25% de su peso está formado por ácaros vivos, muertos y sus heces. Incluso una almohada con tratamiento antiácaro, después de cierto tiempo, tendrá sobre sus fibras internas una gran acumulación de los desechos arriba citados, lo que disminuye la eficiencia antimicrobiana.